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Madre no hay sino una
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Regresé a Colombia y los Knotts quedaron en enviarme a Miami las semillas aún no maduras del híbrido de la Victoria llamado 'Longwood,' la planta menos exigente en cuanto a temperatura del agua. Es decir, requiere un agua menos caliente, muy importante para mí, ya que estoy a 1 650 m sobre el nivel del mar.

Las semillas la recogió mi hijo Alessandro en Miami exactamente el 16 de marzo de 2001 y, yo que no recuerdo fechas, tengo esa grabada porque fue el día preciso en que me secuestraron y salí para un paseo ecológico que duró cinco meses y medio. Una hermana dijo que botaran eso, que tenían otras cosas más importantes en qué pensar. Mi hijo mayor, que no sabe de plantas (el amor por las matas es de edad madura) pero es muy bueno tomando decisiones, dijo: A mi papá le va a dar mucho gusto ver su mata germinada cuando regrese. Hilda y Crisanto, mis jardineros, metieron las semillas en un Ziplock y lo pusieron en una pecera sin calefacción. Cuando más tarde Alessandro fue a la finca dedujo, correctamente, que por ser la planta de la zona amazónica debía tener buen sol e hizo sacar la pecera a una terraza.

Durante mi paseo ecológico nunca me encontré una sola planta acuática, aunque sí muchas Aráceas (la familia del anturio) enormes helechos, coloridas Bromelias y Orquidáceas en cantidad. En cada campamento inauguraba un jardín de orquídeas y bromelias (llegué a tener en uno casi sesenta) y los guerrilleros aprendieron a conocer estas plantas y muchas veces se me presentaron con un fusil AK-47 en una mano y en la otra una preciosa orquídea florecida.

Cuando regresé a mi finca, los campesinos me recibieron con banderas blancas, voladores de narco que ha coronado (dicen así cuando han alcanzado su meta) y una pancarta que decía: Bienvenido, Maestro Angulo, adornada con una enorme Cattleya. Luego mis jardineros me mostraron la pequeña Victoria, que estaba viva, pero un poco raquítica, y mi único aporte fue ponerle calefacción y ordenar que le inyectaran fertilizantes. Empezó a crecer tanto, que ya no cabía en la pecera que le sirvió de cuna. Entonces la mudamos a una vieja bañera de peltre, comprada en un anticuariado en Medellín, que sacamos para una terraza y allí, sembrada en una matera de 30 centímetros, empezó a florecer. ¡En una bañera! Yo tenía tres estanques, pero no me atrevía a pasarla, pues el agua de la bañera estaba a 30 grados Celsius y en el estanque no había sino 18. Cuando ya no cabía, me arriesgué, hicimos una especie de camilla con lona y la sembramos en el estanque, ya con 22 grados, directamente en tierra lodosa, como le gusta. Y ahí está, con más de dos años y medio de edad, floreciendo puntualmente una vez cada semana.

La Victoria de la bañera Galería completa Guillermo viendo su primera flor de Victoria > Galería completa

Victoria en su estanque Galería completa < Trasteando la Victoria Galería completa

La flor es muy bella, pero apenas dura un par de noches: la primera es blanca, con ligeros tonos de rosado y exhala un penetrante olor a piña. Al día siguiente permanece abierta, durante el día. En la tarde se vuelve a cerrar y en la noche reabre con un fuerte color magenta, para morir tranquilamente a la mañana siguiente.

"Victoria Como Norma Jeane cambió de nombre; como Norma Jeane mudó de aspecto y como Norma Jeane duró apenas el tiempo del amor."

Y así logré cultivar, primero en bañera y luego en un estanque abierto, la única Victoria que hasta el momento se ha cultivado en Colombia fuera de un jardín botánico y, en su etapa final, sin calefacción, con temperaturas que han llegado a descender hasta 10 grados C.

Digamos, pues, que si es cierto que madre no hay sino una, yo podría decir: Madre: Victoria no hay sino una: la mía.